Un puñado de flechas (María Gainza)

La écfrasis es una figura retórica que consiste en la representación verbal de una obra visual o, como la define la RAE, la «descripción precisa y detallada de un objeto artístico»: es un recurso intertextual que conecta arte y literatura. Aunque en la Antigüedad clásica el término se usaba para cualquier descripción (no necesariamente tenía que ser de un objeto artístico), el orador Hermógenes de Tarso ya concretó que la écfrasis se refiere a una exposición detallada, extendida y vívida. Así, durante muchos siglos, la écfrasis ha ayudado, a través de la palabra, a iluminar y dotar de vida una pieza. Uno de los primeros ejemplos que encontramos en la literatura es la descripción del escudo de Aquiles que Homero realizó en La Ilíada; desde entonces, han hecho uso de tal recurso autores como Keats, Rilke, Walter Benjamin u Octavio Paz.

 La existencia de la écfrasis y su tradición en la historia de la literatura y del arte certifica una conexión entre los dos lenguajes que no siempre ha sido plácida. Como nos recuerda Julian Barnes en Con los ojos bien abiertos –un conjunto de ensayos en los que el autor británico realiza un apasionante recorrido por el arte moderno y contemporáneo–, la descripción textual de las obras pictóricas ha tenido numerosos detractores, tanto escritores como artistas pictóricos. Flaubert, por ejemplo, opinaba: «Explicar una forma artística mediante otra es una monstruosidad. No encontrarás un solo cuadro bueno en ningún museo del mundo que necesite de un comentario». Matisse, directamente, creía que a los artistas habría que cortarles la lengua. Braque dijo que un cuadro «alcanzaba su estado ideal cuando no se decía nada al observarlo». Henry James advertía: «Los pintores sienten un gran recelo hacia los que escriben sobre pintura».

Sin embargo, el propio Barnes nos recuerda: «No obstante, Henry James escribió muchos y grandes textos sobre la pintura que hizo públicos. Flaubert escribió muchos y grandes textos que mantuvo en el ámbito privado, en cartas y diarios. (…) Algo que llama la atención en sus notas sobre arte es que están casi desprovistas por completo de juicios personales. Más bien, Flaubert anota y describe los cuadros que le gustan y anotarlos implica ya el juicio».

Probablemente, una de las autoras más emparentadas con la escritura ecfrástica en la actualidad sea la argentina María Gainza. En su último libro, Un puñado de flechas, vuelve a explorar nuevas formas de entender la escritura, tal como había hecho anteriormente en El nervio óptico y La luz negra, entrecruzando el arte con la ficción y con su propia vida, en forma de pequeñas piezas que exploran los misterios de una acuarela de Cézanne, de los óleos de Nicolás Rubió, de un cuadro de Tiziano escondido en Tzintzuntzan o de la cabaña de Thoreau. Si algo destaca en su escritura es esta capacidad para iluminar y dotar de vida y de emoción a la obra artística, así como la habilidad analítica para entender de qué modo la experiencia de la obra de arte afecta y transforma al narrador, algo habitual en el uso de la écfrasis. Gainza consigue emocionarnos porque la autora se ve intensamente conmovida por dicha experiencia.

¿Necesita el arte ser explicado con palabras? ¿Pueden y deben complementarse los dos lenguajes? Barnes, respecto a la relación entre pintura y literatura, argumenta: «Continuamos siendo unas criaturas irremediablemente locuaces a las que les encanta explicar las cosas, expresar opiniones, discutir. Nos ponen ante un cuadro y hablamos, cada uno a nuestro modo. Raro es el cuadro que nos deje anonadados o impactados hasta el punto de sumirnos en un profundo silencio. Y si lo hace, es solo durante un breve instante antes de que queramos explicar y comprender ese silencio que nos ha sobrevenido».

UN PUÑADO DE FLECHAS.

Sinopsis:

Una noche, durante su estancia bonaerense para el rodaje de su película Tetro, Francis Ford Coppola le dijo a María Gainza: «El artista viene al mundo con un carcaj que contiene un número limitado de flechas doradas. Puede lanzar todas sus flechas de joven, o lanzarlas de adulto, o incluso ya de viejo. También puede ir lanzándolas de a poco, espaciadas a lo largo de los años. Eso sería lo ideal, pero ya sabés que lo ideal es enemigo de lo bueno».

Además de Coppola, en Un puñado de flechas asoman una acuarela de Cézanne sustraída de un museo de Buenos Aires, la casa de un coleccionista, un paseo por el Walden Pond de Thoreau, las enigmáticas pinturas de Bodhi Wind en piscinas californianas que aparecían en la no menos enigmática Tres mujeres de Robert Altman, unas fotos rescatadas de un maletín, los óleos del pintor catalán Nicolás Rubió en los que evocaba el pueblo francés donde pasó la guerra civil española, la vida cosmopolita y la memoria de la escultora María Simón, las andanzas del pintor Francis Hopkinson y su asistente Moon en México y un cuadro maldito de Tiziano oculto en Tzintzuntzan…

A medio camino entre el ensayo y la narración, María Gainza sigue explorando nuevas formas de entender la escritura, rompiendo las barreras estancas entre los géneros. Un libro en el que se entrecruzan el arte, la literatura y la vida, y que confirma a su autora como una de las voces más estimulantes del actual panorama de las letras en lengua española.

La Autora:

María Gainza nació en Buenos Aires. Trabajó en la corresponsalía de The New York Times en Buenos Aires y fue corresponsal de ArtNews. Durante más de diez años fue colaboradora regular de la revista Artforum y del suplemento «Radar» del diario Página/12. Ha dictado cursos para artistas y talleres de crítica de arte, y fue coeditora de la colección sobre arte argentino Los sentidos, de Adriana Hidalgo Editora. En 2011 publicó Textos elegidos, una selección de sus notas y ensayos sobre arte argentino. En Anagrama ha publicado sus obras narrativas El nervio óptico, traducida a dieciséis idiomas y recibida con entusiasmo por la crítica: «Flamante primera novela»

© Anagrama


Opinión de LEYENDO

Esta obra es la más reciente  de la escritora argentina María Gainza, conocida por su prosa incisiva y su capacidad para entrelazar arte y narrativa de manera única. Este libro se presenta como una colección de relatos que exploran la complejidad de las relaciones humanas y la búsqueda de la identidad a través de distintas épocas y escenarios.

La obra se compone de varias historias cortas, cada una funcionando como una «flecha» que apunta a diferentes aspectos de la vida y del arte. Gainza, con su estilo característico, nos lleva por un recorrido que transita entre lo cotidiano y lo extraordinario, siempre con una mirada que desentraña los detalles más sutiles de sus personajes y situaciones. La temática central de la colección es la exploración de la identidad, la memoria y la influencia del arte en la vida de las personas.

El estilo de Gainza es lírico y observacional, con una atención minuciosa al lenguaje y a la construcción de imágenes vívidas. Su narrativa es fluida y envolvente, lo que permite al lector sumergirse en cada relato como si fuera un universo propio. Cada cuento tiene una estructura bien definida, aunque todos comparten una coherencia estilística que los unifica bajo la misma voz narrativa.

Los personajes de Un puñado de flechas son diversos y multifacéticos, desde artistas en busca de inspiración hasta individuos comunes enfrentándose a dilemas existenciales. Gainza tiene un talento especial para crear personajes creíbles y complejos, cuyas vidas se entrelazan con el arte de manera profunda y significativa.

Un aspecto destacado del libro es la reflexión constante sobre el arte y su impacto en la vida cotidiana. Gainza, quien también es crítica de arte, infunde sus relatos con una perspectiva única sobre cómo el arte puede influir en la percepción y la realidad de sus personajes. Esta dualidad entre la narrativa y la crítica de arte le da una profundidad adicional a la obra.

La opinion de Leyendo: «Un puñado de flechas» es una obra que confirma a María Gainza como una de las voces más originales y prometedoras de la literatura contemporánea argentina. Su habilidad para combinar narrativa y reflexión artística ofrece una experiencia de lectura enriquecedora y provocativa. Este libro es altamente recomendable para aquellos interesados en la literatura que desafía los límites entre la ficción y la realidad, y que buscan una mirada introspectiva y sensible sobre la condición humana.

© Redacción.

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